El maestro José Antonio Abreu fue un hombre que a través de su pasión por la música logró cambiarle la vida a millones de niños y jóvenes en Venezuela. Su legado trascendió más allá de nuestras fronteras, permitiéndole ganar innumerables reconocimientos.
Los inicios de José Antonio Abreu
La historia de José Antonio Abreu comienza un 7 de mayo de 1939 en Valera, estado Trujillo. Cuando Melpómene Abreu Méndez y Ailie Anselmi Garbatti le dieron la bienvenida al hombre que estaría destinado a cambiar historias; todo a través de su amor y pasión por la música.
Ese mismo año sus padres decidieron mudarse a Barquisimeto, estado Lara. Con el fin de tener más oportunidades laborales, ya que Trujillo, para ese entonces, demandaba mayormente la agricultura.
El legado familiar
Abreu tuvo una infancia rodeada de talento, su padre tocaba muy bien la guitarra y el requinto (cuatro con cuerdas metálicas). A su vez, a su madre se le daba muy bien el canto, aunque su mayor placer era tocar el piano.
Más tarde conoció la historia de sus abuelos maternos, nacidos en la Isla de Elba, Italia. Su abuelo, Don Tonino, a quien no conoció, y su abuela Duilia Garbatti también eran dos almas musicales. Cuando emigraron a Venezuela, habían traído consigo 46 instrumentos con la intención de formar una banda.
De esta manera, su abuelo dirigió la primera Banda Filarmónica de Monte Carmelo, en Trujillo. Era una orquesta juvenil que no utilizaba instrumentos de arcos; solían entonar los admirables arreglos de Verdi o Mascagni que el mismo Don Tonino realizaba. Con esa agrupación sus abuelos hicieron giras durante muchos años por los pueblos de los Andes venezolanos.
Una pasión que alzó vuelo
En una entrevista a Venevisión del 2011, Abreu contaba que a sus 6 años de edad llegó una epidemia de “tos ferina”. La misma contagió a sus hermanos, así que mientras pasaba la cuarentena, su madre decidió llevarlo a la casa de sus abuelos, en Monte Carmelo, Trujillo.
“Lo primero que me impresionó de esa casa de mis abuelos, fue que en el patio trasero había un escenario de tablas que mi abuelo Tonino había levantado para representar las obras de Shakespeare, y de los clásicos castellanos. Encontré allí los baúles, con los vestuarios, el telón, los decorados, todo eso lo hizo él y adornó la casa con esculturas de yeso que reproducían los bustos de Dante, Petrarca, Bocaccio”.
Este fue el episodio que lo estimuló en todos los sentidos. La abuela Garbatti tenía todas las ediciones originales de los libretos de Ricordi, se sabía de memoria las óperas de Verdi y Puccini y se sentaba a traducir del italiano al castellano esas obras… “Pasábamos muchas horas juntos, ella cantándome y yo memorizando”, recordó Abreu.
Educación
Su primera incursión en el mundo musical fue en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Trujillo. Allí comenzó a familiarizarse con el teclado y el canto gregoriano.
Sus estudios formales de música iniciaron en la capital larense y, en 1957, se mudó a Caracas para estudiar piano en la Academia de Declamación Musical de Caracas. Seguidamente, aprendió a tocar instrumentos como el órgano, clavecín y composición en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, de la que egresa como profesor ejecutante, maestro compositor y director orquestal.
También se graduó como economista en la Universidad Católica Andrés Bello, siguiendo el consejo de su padre. “Prepárate primero profesionalmente, me dijo mi padre, para que luego, una vez que construyas tu propia base de subsistencia, puedas aspirar a esos estudios de música” recordó.
Legado
En aquel entonces era muy complicado que la mayoría de los niños y jóvenes en Venezuela tuvieran acceso a una educación musical. Además, las instituciones culturales en el país eran realmente escasas y no había grandes oportunidades de crecimiento.
En 1974, el maestro Abreu decidió concretar su vocación por la educación y pasión por la música en un proyecto organizacional; uno que le permitiese ayudar a la comunidad. En base a eso, Abreu se planteó un proyecto estructural que le diera una nueva dimensión a la educación musical en Venezuela, que ofreciera a los jóvenes instrumentistas plataformas sólidas en sus estados de origen. De esta manera, nació el Sistema Nacional de las Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Este proyecto se dio a conocer internacionalmente en 1995 con la actuación de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil en Kennedy Center de Washington (EE.UU.)
Los logros de José Antonio Abreu en Venezuela
El programa es conocido por rescatar a jóvenes en circunstancias extremadamente empobrecidas, de ambientes de abuso sexual, de drogas y delincuencia. “Y soñé que con ese proyecto podríamos transformar nuestra sociedad desde abajo, desde la formación y la valoración del talento de nuestros niños”, expresó el maestro.
Con el crecimiento de músicos de alta calidad, en el 2010 se ha creado una segunda orquesta llamada Orquesta Sinfónica Teresa Carreño. La misma debutó en el Beethovenfest de Bonn (Alemania) y se ha presentado en Viena, Berlín, Ámsterdam, Madrid, Milán y Londres.
El Sistema funda el Programa Alma Llanera, un proyecto para el estudio de la música folclórica venezolana, que copia su modelo académico del estudio de la música clásica. En más de 25 países han sido creados programas de educación musical que siguen el modelo de El Sistema, incluyendo: Argentina, Australia, Canadá, Corea del Sur, Escocia, entre muchos otros