Durante los meses de marzo y abril, la Fundación para la Cultura Urbana y la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas impartieron un ciclo de tertulias. Estas resaltaron los aportes de distintas comunidades que arribaron a tierras criollas. En el artículo de hoy, nos enfocaremos en la conferencia sobre la inmigración italiana a Venezuela.
Estas conferencias llevaron el nombre de “Venezuela país de inmigrantes: gratitudes de ida y vuelta”. Fue un acercamiento al aporte de cuatro grupos inmigratorios al desarrollo y modernización del país: españoles, italianos, judíos y alemanes.
La última tertulia de este ciclo de actividades se tituló, “De la noche venimos y de Italia también: los italianos en la construcción de la modernidad venezolana”.
Inmigración Italiana a Venezuela: dos grandes ponentes
Para el desarrollo de esta tertulia, se contó con la experticia del profesor Marco Diamanti, humanista ítalo venezolano y conocedor vivencial de la migración italiana a Venezuela. A su vez, se contó con la experiencia de Luigi Sciamanna, reconocido dramaturgo y actor venezolano hijo de italiano.
La dinámica contó con la moderación del sociólogo Tulio Hernández, quien es también escritor y articulista, Director-fundador de la Cátedra de Imágenes Urbanas, y autor de diversas publicaciones.
Imagenes que nos conectan con el pasado
La cátedra inició con las palabras del profesor Diamanti que, a través del uso de distintas imágenes, dio una visión en retrospectiva sobre la incidencia de la cultura italiana y su arraigamiento en Venezuela. En el área histórica, Diamanti recuerda a grandes figuras como Américo Vespucio y Agustín Codazzi, rememorando los aportes que han traído estos grandes navegantes.
Al mismo tiempo, recuerda con gusto el trabajo del escultor italiano Adamo Tadolini. Dado que, a través de imágenes de la estatua de bronce de Simón Bolívar, podemos rememorar la labor de un gran escultor que contribuyó en plasmar la imagen del mayor prócer de la libertad de Venezuela.
Gastronomía italiana en Venezuela
Con la inmigración italiana a Venezuela, también desembarcaron muchos platillos autóctonos que, hasta la fecha, se encuentran presentes en los hogares de las familias venezolanas.
En lo gastronómico, la comida italiana ha tenido mucha incidencia en los hogares venezolanos. Por ejemplo, desde hace más de una década Venezuela se posiciona como uno de los 10 países con mayor consumo de pasta.
Por otra parte, también existe una gran variedad de restaurantes italianos en el país con reconocimientos nacionales e internacionales. A su vez, es tradicional que en vísperas decembrinas las familias venezolanas se reunan para degustar los panetones; esta termina siendo una de las tradiciones más longevas en Venezuela.
Arte Murano, un emblema en Venezuela
Venezuela ha recibido a grandes arquitectos, escultores y artistas italianos con el paso de los años, pero algo que se popularizó mucho en el país ha sido el arte proveniente de la isla de Murano. En Venezuela existían talleres que se especializaban exclusivamente en la creación de trabajos con el uso de vidrios de Murano pero, debido a la situación país, muchos de estos talleres han tenido que cerrar sus operaciones.
“Con casi 10 siglos de historia, el arte murano mantiene su relevancia en Venezuela. Esta es una práctica que hizo un viaje desde Venecia a Venezuela. Había un taller muy popular en San Antonio de los Altos, en la localidad de Potrerito. Es un pueblito donde artesanos trabajaban este precioso cristal”, destacó el profesor Diamanti en su participación.
De Potrerito con cariño
Como parte de su intervención, Luigi Sciamanna dio una breve lectura dramatizada de un sustrato del poema “Mi padre el Inmigrante”. Al finalizar, el dramaturgo habló de sus vivencias en el pueblo de Potrerito cuando era niño.
“Me acuerdo que cuando éramos niños nuestros padres nos decían que iríamos a Potrerito a ver los artesanos a trabajar con el cristal de Murano. Había una tienda donde se podía comprar…era impresionante; todo un show con vidrios líquidos que ellos cortaban y formaban. Uno podía pedir a los artesanos que hicieran alguna figura para comprarla”.
Más que un pueblo, Potrerito significaba un escape para muchas familias. Al ser un un destino tan remoto, muchas personas hacían expediciones para conectarse con la naturaleza y la montaña.
“Luego de pasear y de disfrutar las impactantes vistas que regala el Ávila, comprabamos un conejo y lo preparábamos en casa”.
